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EL APEGO EN LA VEJEZ


El apego es un sistema motivacional y conductual que orienta al niño a establecer una relación afectiva, estrecha, estable y significativa con su cuidador como manera que garantizar su supervivencia. Las situaciones desafiantes o conflictivas son disparadoras de las conductas de apego que tienen como objetivo lograr el sentimiento de seguridad y estabilidad necesario para responder satisfactoriamente al desafío presentado.


Según las características del primer modo de relación que se establece entre el niño y las figuras que le aportan cuidados, se han identificado diferentes tipos de apego: seguro e inseguro (evitativo, ansioso, ambivalente, desorganizado). Se considera que el estilo de apego es relativamente estable (aunque puede ser modificado y/o enriquecido por experiencias posteriores) y moldea el comportamiento social y las estrategias de regulación emocional durante las diferentes tapas del ciclo vital. Los diferentes estilos participan en la visión que tiene la persona de sí misma como merecedora o no de apoyo y amor; así como de su entorno social como merecedor o no de su confianza.


Con respecto a la importancia de considerar la teoría del apego para abordar el deterioro cognitivo y las demencias, los estudios se han centrado principalmente en la relación del apego con los síntomas conductuales y psicológicos de la demencia (BPSD), con la experiencia del cuidador y con la prevención del deterioro cognitivo.


Los BPDS hacen referencia a un conjunto de síntomas que suelen aparecer en muchas personas que sufren diferentes tipos de demencias. Muchos de estos síntomas (gritar, llorar, etc.) pueden interpretarse en términos de activación del sistema de apego causada por un aumento de los sentimientos de inseguridad vinculado al avance del deterioro.


La fijación a los padres (primera figura de apego) como si aún estuvieran vivos es una conducta muy frecuente en las personas con demencia. Conductas como llamar a los padres, preguntar por ellos, etc., se vuelven más frecuentes conforme avanza la enfermedad, y son interpretadas desde la teoría del apego como un intento de encontrar seguridad emocional. Teniendo en cuenta los diferentes tipos de apego premórbido, las personas con apego inseguro suelen mostrar más BPSD que aquellos que presentaban un apego seguro.


El estilo de apego del familiar cuidador se ha relacionado con variables como: satisfacción con el apoyo social, ajuste psicológico, carga del cuidador, y afrontamiento de la demencia. El apego ansioso del cuidador puede conducir a un comportamiento de cuidado excesivo, incluso más allá de las necesidades del paciente.


El apego evitativo puede asociarse con la negación de problemas y una conducta inadecuada de cuidado derivada de esa negación. Además, el apego inseguro (tanto niveles altos de evitación del apego como de ansiedad) se asocia con niveles más altos de carga para el cuidador, percepciones y valoraciones negativas de la situación, menor satisfacción con el apoyo percibido, niveles más altos de depresión y ansiedad, y menor nivel de bienestar. Los cuidadores con apego seguro pueden ser más sensibles a las necesidades del enfermo y por lo tanto brindar una atención más ajustada, aceptar más fácilmente las pérdidas y los cambios asociados con el proceso de demencia.


Si nos referimos a la prevención del deterioro cognitivo y las demencias, es importante considerar que el apego temprano podría influir en el desarrollo de recursos afectivos, cognitivos y neurobiológicos que, en el caso del apego seguro, podrían proteger contra el desarrollo y avance de la enfermedad. Las relaciones afectivas son vitales para el desarrollo y mantenimiento de la salud cognitiva ya que contribuyen a formar la reserva cognitiva y cerebral.



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