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Mi padre se ha vuelto agresivo… ¿Y ahora qué puedo hacer?



Conductas agresivas y cómo afrontarlas Una de las inquietudes más frecuentes que comentan las personas cuidadoras es la que se refiere a los comportamientos agresivos de los familiares que están cuidando y la mejor forma de responder ante este tipo de situaciones.


“Mi padre se ha puesto a gritar… Me quiere pegar cuando me acerco a él, me aparta cuanto quiero abrazarlo…”, son frases comunes que escuchamos de los cuidadores y que terminan provocando sentimientos de frustración y tristeza.


Lo primero que debemos saber es que los comportamientos de agresividad en personas que padecen algún grado de demencia como el Alzheimer pueden aparecer de un momento a otro y que hasta el momento no se ha podido determinar las causas reales por la que aparecen estas conductas o cuáles son los factores detonantes relacionados con ellas.


Afortunadamente no son comportamientos frecuentes ni tampoco se observan en todas las personas. Es decir, por lo que pase al padre de una amiga no tiene por qué ocurrirle a tu familiar.


Es importante que las personas cuidadoras entiendan que en la mayoría de los casos son respuestas afectivas irracionales ya que no se corresponden con ningún estímulo real desencadenante ni tampoco están vinculados con el tipo de relación establecido entre cuidador/a y la persona cuidada.


Las conductas agresivas pueden aparecer en cualquier momento, sin embargo, suelen estar relacionadas con situaciones de la vida diaria que quizás ellos ya no comprendan o no les apetezca hacer en ese momento: por ejemplo, cuando le pedimos a la persona que haga algo como ducharse, vestirse o comer, cuando le reprochamos por hacer algo inadecuado o le impedimos hacer algo que por lo general no debe hacer como salir solo de casa. También pueden aparecer conductas agresivas al desorientarse en una situación específica como no reconocerse en el espejo y pensar que están viendo a otra persona extraña que ha entrado en casa para hacerles daño.


Esto ocurre porque ya no entienden correctamente lo que ocurre a su alrededor y todo se vuelve una amenaza para ellos. ¿Tú cómo responderías ante algo que te puede parecer amenazante? Imagina cómo se pueden sentir…


¿Es posible evitar este tipo de comportamientos? Se puede decir que es difícil evitar las conductas de agresividad, pero sí podemos actuar de diferentes maneras para que no se agrave la situación o se mantenga en el tiempo.


Aquí os señalamos algunas recomendaciones básicas ante conductas agresivas:


– Dejar las cosas para otro momento: a veces tenemos que alejarnos de la rutina cuando nuestro familiar se muestra irritable, nervioso o agresivo. Es mejor posponer unas horas la ducha o no insistir en que coma inmediatamente para no agravar la situación. Al tener pérdida de claridad mental hay ocasiones en que no podremos razonar con ellos y por tanto es mejor esperar a que se tranquilice para volver a intentar terminar la actividad.


– Evitar discutir: como hemos dicho antes, razonar con una persona que tiene deficiencias en su capacidad mental no es aconsejable ni beneficioso para ninguna de las dos partes. En muchas ocasiones será más útil asumir una actitud pasiva e incluso sumisa para no aumentar el estado de nerviosismo de la persona. Hay que recordar que la agresividad es un síntoma más de su enfermedad que de la forma de ser de la persona que acompañamos y queremos.


– Desviar la atención: si lo que queremos es que la persona deje de estar agresiva ante una situación específica, un camino para conseguirlo es desviar su atención y distraerla con otras cosas. No se trata de engañar a la persona sino de llevarla a un terreno donde se pueda tranquilizar haciendo cosas que le gustan o que le relajan, por ejemplo, haciendo que escuche su música preferida. Conservar la calma, hablarle con un tono de voz bajo y tener un suave contacto físico también puede ayudar.


– Mantener el tiempo de descanso: normalmente si la persona a la que cuidamos no descansa lo suficiente se tornará irritable e incluso confundida y adoptará un comportamiento agresivo que derivará en una situación conflictiva. Es común que haya más irritabilidad por las tardes o al estar terminando el día, ya que estará más cansada de lo normal. Por eso es recomendable, siempre que sea posible, que la persona duerma una siesta después de comer para que después se sienta más activa y receptiva a realizar cualquier otra actividad.


– Apoyo profesional: es importante reconocer nuestras limitaciones en el caso que la persona adopte conductas altamente agresivas. Debemos recordar que nuestro deber es proteger a la persona que cuidamos y a nosotros mismos. Si nos vemos desbordados por la situación debemos pedir ayuda y recurrir al personal sanitario. El médico especialista puede recomendar el uso de medicamentos para regular el estado de ánimo y evitar en la medida de lo posible ataques de agresividad que puedan poner en peligro el bienestar del cuidador y la persona a quien se cuida. También se puede pedir ayuda urgente a domicilio que te apoye o incluso que te proteja.


Pero lo más importante para tu propio cuidado es que recuerdes que la agresividad u otro tipo de conductas desagradables no van dirigidas a ti en concreto, no te lo tomes como algo personal. Como decíamos antes, la enfermedad hace que no comprendan la realidad y distorsionen lo que ocurre a su alrededor. Por ello disfruta de los momentos sosegados con tu familiar, recuerda el amor que existe entre ustedes y que está por encima de cualquier situación, y recuerda pedir ayuda cuando lo necesites.


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