Aunque algunas de las variaciones en la salud de las personas mayores son genéticas, los entornos físicos y sociales revisten gran importancia, en particular las viviendas y comunidades, así como sus características personales, como el sexo, la etnia o el nivel socioeconómico.
El mantenimiento de hábitos saludables a lo largo de la vida, en particular llevar una dieta equilibrada, realizar una actividad física periódica y abstenerse de fumar, contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles y a mejorar las facultades físicas y mentales.
En la vejez, el mantenimiento de la masa muscular mediante entrenamiento y una buena nutrición pueden ayudar a preservar la función cognitiva, retrasar la dependencia y revertir la fatiga.
Entrenar la mente, no solo el cuerpo, realizar ejercicios de memoria sencillos, memorizar teléfonos, recetas de cocina, ayudará a ejercitar el cerebro y mantenerlo en forma por más tiempo.
Realizar chequeos médicos periódicos con el médico de cabecera para controlar el estado de salud general.
Créditos: Organización Mundial de la Salud
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