Comunicar que un familiar tiene Alzheimer es siempre un momento complicado y difícil de asimilar, más aún en el caso de a niños y adolescentes. Para ellos es importante saber explicarles qué es la enfermedad y qué es lo que le ocurre a su ser querido, normalmente su abuelo o abuela.
Es esencial que cuenten con toda la información y se evite esconder o maquillar la situación, ya que podría provocar malentendidos. Sin embargo, hay que adaptar la explicación de la enfermedad a cada edad y perfil para que lo puedan entender bien.
Hablar abierta y directamente con los más jóvenes de la familia sobre el Alzheimer es una muy buena forma de disminuir su desconcierto. Si disponen de información adecuada, veraz y adaptada a su edad, los niños y adolescentes de la familia también pueden implicarse en las atenciones a la persona enferma, promoviendo que se fortalezca el vínculo afectivo entre ellos. Compartir la información es, además, una buena manera de favorecer la unidad familiar y el apoyo mutuo.
Tanto niños como adolescentes tienen la misma necesidad de saber qué está pasando y, por ello, la información debe transmitirse de manera simple y adaptada a cada edad. A los menores de 4 años, es recomendable no dejarlos nunca solos con la persona con Alzheimer para paliar posibles situaciones en las que puedan sentirse desprotegidos. A partir de los 4 años, se proponen, de forma orientativa, una serie de putas para tratar la cuestión.
De los 4 a los 7 años: en esta etapa es difícil entender enfermedades que no tengan consecuencias físicas evidentes. Se recomienda incorporar explicaciones muy sencillas sobre qué es el Alzheimer y la memoria, haciendo énfasis en cómo es de necesaria para todo: para recordar los nombres de las personas, el día en que estamos o los nombres de los objetos. Será importante recordar que la enfermedad afecta a la memoria, y a veces a la conducta y el carácter, pero que el amor que siente su abuelo por ellos no ha cambiado.
De los 8 a los 12 años: en esta franja es probable que los niños pregunten directamente qué le pasa a su abuelo o abuela, por lo tanto, se debe incluir una respuesta con el concepto de enfermedad y de qué trata, explicando algunos de los síntomas de forma didáctica, y haciendo comparaciones con enfermedades que ellos puedan conocer, como puede ser un resfriado.
A partir de los 13 años: en esta edad los conocimientos sobre la enfermedad son más amplios y los jóvenes ya saben cómo funciona el cerebro y la existencia de las enfermedades neurodegenerativas. Aquí, se debe ayudar a comprender que no hay dos enfermos iguales y que no todos los casos se comportarán igual. Es importante promover la relación entre la persona afectada y el adolescente e involucrarlo en la tarea de cuidarlo o pasar tiempo juntos. También es crucial hacer saber al adolescente que puede contar con la ayuda de un adulto para resolver dudas o miedos que pueda tener.
Créditos: https://www.geriatricarea.com
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